martes, marzo 23, 2004

Me siento atrapado en mi libertad. Habito mi encrucijada sin esperanzas ni anhelos, con pocas preocupaciones. Ayer platique con una muchacha de cafeteria, quien me gusta. Tiene un aura de negra flor inocente.

Ay Dios! Qué fuerte siento el anhelo de mi pasión. Es una desgracia irremediable de mi ser. Qué dulce el canto interno de las lágrimas. Pulsar tibio desde adentro. En la oscuridad el músico ciego tañe lentamente su laúd de lluvia.

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