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Conferencia sobre Xavier Villaurrutia

Es el misterio la trampa de la inteligencia, donde los gatos más astutos quedan encerrados en el señorío de una alcoba, a la que la mano invisible del destino echa llave desde afuera. Xavier Villaurrutia se mantuvo insómne en el interior de esa alcoba durante toda su vida adulta, refugiado de los pasos sonámbulos que creía oír desde el exterior. La herencia de duermevelas que le dejó la Revolución, se traduciría durante su juventud, como un lugar privilegiado entre los llamados a conformar, la representación cultural del Estado cuya acta de nacimiento es la Constitución de 1917. Aún así, eligió aferrarse a su precioso insomnio con la inmovilidad de una estatua muerta de sueño. Ahí perdió Villaurrutia y ganó la cultura mexicana, o su representación. Hombre de teatro al fin y al cabo. A esa forma desvelada de vivir era a lo que él llamaba Muerte y donde la poesía le permitía ejercer sus declaraciones de existencia.

I
¡Qué prueba de la existencia
habrá mayor que la suerte
de estar viviendo sin verte
y muriendo en tu presencia
!Esta lúcida conciencia
de amar a lo nunca visto
y de esperar lo imprevisto;
este caer sin llegar
es la angustia de pensar
que puesto que muero existo.

¿Sobre cuántos muertos edificamos el México post revolucionario? ¿Cuántas ausencias mecieron la cuna de nuestra modernidad? ¿Qué mitologías en sepia motivaron la búsqueda de artefactos para la imaginación? Nacido en 1903, en la Cd. de México, Villaurrutia atestiguó las inspiraciones del progreso en el país: automóviles, fonógrafos, tranvías, cámaras fotográficas, radios y cinematógrafos. ¿Como traducir el caudal de palabras vivas con el que los seres humanos atesoramos la experiencia vital, en códigos ajustados a las nuevas relaciones de producción simbólica? Las prácticas culturales de Villaurrutia trazaron el boceto del plano, del edificio que habitamos - o evitamos - desapercibidos los artistas mexicanos, todavía un siglo después.

Octavio Paz concluye en asociar la personalidad de Xavier, a la palabra “entre”, al pliegue donde se disimulan replegadas las contradicciones que apuntalan una realidad; allí cosió entre desvelos piezas clave del nuevo traje de la cultura mexicana, el menudo poeta de voz grave y preferencias homosexuales que fue Xavier Villaurrutia.
Gabriel Careaga señala que es al final de la Revolución cuando emerge y se consolida en el país una nueva clase social: la clase media. El medio que también es el “entre”. El sociólogo subraya a Villaurrutia como uno de los principales develadores ( ¿o desveladores? ) de los mitos propios que la nueva clase social exigía. Entre esos velos de alcoba a medianoche, Xavier velaba y develaba, o sea: revelaba; plegaba y desplegaba, o sea: replegaba; presenciando ausencias para representarlas, o sea: represenciaba. Esta posición de espectador recurrente – cinéfilo en los comienzos del cine – lo llevó a proyectar ese estado de vida que él llamaba Muerte, a todo lo alto y lo ancho de la pantalla de su obra literaria, principalmente su poesía.

II
Si en todas partes estás,

en el agua y en la tierra,
en el aire que me encierra
y en el incendio voraz;
y si a todas partes vas
conmigo en el pensamiento,
en el soplo de mi aliento
y en mi sangre confundida,
¿No serás, Muerte, en mi vida,
agua, fuego, polvo y viento?

El “entre” genera un centro y un límite, por eso se sitúa en el medio y se constituye en referencia que articula. El "entre" recibe el choque de los contrarios y lo soporta, se convierte en árbitro; de frontera pasa a ser aduana, punto de revisión. El "entre" es ambivalente, proviene de la ambigüedad y termina por definir, por eso puede alcanzar la polivalencia, ser polisémico, ya que es encrucijada donde solemos hacer una pausa, precavida o reflexiva, antes de pasar por ese punto que pertenece a todos los caminos; pero alcanzar esa pertenencia le exige al "entre" el último sacrificio, reconocerse crucificado: de cruce, pasar a ser cruz, de costura a cicatriz.

III
Si tienes manos, que sean

de un tacto sutil y blando,
apenas sensible cuando
anestesiado me crean;
y que tus ojos me vean
sin mirarme, de tal suerte
que nada me desconcierte
ni tu vista ni tu roce,
para no sentir un goce
ni un dolor contigo, Muerte.

Poeta, dramaturgo, dibujante, periodista cultural y crítico de arte, el desertor de abogado cuyo nombre se escribe con equis - que es cruz y también incógnita matemática, marca de fábrica de la inteligencia - el poeta X encontraba en la abstracción de su máscara escénica, las posibilidades polifacéticas de su lucidez mortal.

IV
Por caminos ignorados,

por hendiduras secretas,
por las misteriosas vetas
de troncos recién cortados,
te ven mis ojos cerrados
entrar en mi alcoba oscura
a convertir mi envoltura
opaca, febril, cambiante,
en materia de diamante
luminosa, eterna y pura.

Es en su poesía donde más claramente se encuentra la esencia de su retórica polisémica, que empezó a explorar a través de los simples juegos de palabras, con los que ha sido popularmente conocido, hasta en el video de la canción “Don Palabras” del grupo de rock La Maldita Vecindad y los hijos del quinto patio, por citar una referencia relativamente reciente. Más tarde estos juegos de Xavier alcanzarían las proporciones de verdaderas armonías de reflejos semánticos, al precio de quedar atrapado en un laberinto de espejos que le cerró el tránsito hacia la realidad exterior, necesidad que sustituyó por una travesía de la inmovilidad. Desde el error anfibológico y la primitiva ambigüedad, pasando por la ambivalencia oportunista, hasta lograr la construcción de discursos válidamente polisémicos, los hallazgos de su trayecto por esta ruta han sido ampliamente explotados por políticos, comunicadores, publirrelacionistas, y diversos oficiantes de la palabra, en el México postrrevolucionario. Aunque en la poesía reside la esencia de dicha exploración lingüística, es en el teatro de Villaurrutia, donde alcanza su mayor presencia semántica y permite al espectador comprender la manera, en que cada personaje comprende los sucesos del argumento en que participa.

En 1935 Villaurrutia recibe una beca para estudiar teatro en Yale, Estados Unidos. Vocación a la que ya había dedicado buena parte de sus esfuerzos. Regresa de Estados Unidos con algunas postales poéticas y una dedicación fanática para proseguir su actividad teatral en la Cd. de México, de propuesta innovadora a la que quizás debemos el origen promotor de esas extrañas puestas en escena que actualmente brotan o se extienden por todo el país como una especie de movimiento subversivo y clandestino, de culto esotérico. El hombre en cuyo honor se instaura un premio literario nacional 5 años después de su muerte, empezó escribiendo pequeñas piezas en un acto, que parecen experimentos en la disciplina teatral para explorar la capacidad reveladora del género.

Aunque la elaborada retórica de los diálogos acartona a los personajes, desde los inicios de las tramas, sentó moldes y estructuras que serían retomados por el cine mexicano y más tarde por nuestros Cursos Nacionales de Educación Socioemocional: las telenovelas. Desde la infidelidad hasta la hija que descubre a su verdadero padre, pasando por la criada inmiscuida en los asuntos familiares, la villana que termina enloquecida; el bienestar económico, la comodidad, el ascenso social y la reputación como valores morales implícitos; la hipocresía, el disimulo y la racionalización constante como mecanismo de defensa y justificación, además de la necesidad de chivos expiatorios como las tácticas para instalar dichos valores en la práctica; todos los elementos del drama clasemediero ideales para el público consumidor de telenovelas, quedan claramente establecidos en el teatro de Xavier. Las obras que versan sobre conflictos familiares, son especialmente didácticas en cuanto a la visión familiar, sistémica y transgeneracional de los problemas mentales, pueden servir de amena introducción al estudio de las constelaciones familiares.

Aunque de la telenovela creo que prevalece el prejuicio intelectualoide, de ser producto bobo de la sociedad de masas que enajena al individuo; creo que poco se ha dicho de sus virtudes como manual de sobrevivencia en la clase media; quizás porque sería una indiscreción hacerlo.

En el teatro, el tema de la muerte vive curiosas transformaciones, se conjuga como vacío, silencio, aparece como fantasma. Enseña su reloj de arena y se instaura en el pasado, presente y futuro. Se vuelve principio de identidad en el campo lógico del argumento. Así la vigilia se vuelve espera y esa espera del ausente es la que sostiene el drama.

V
No duermo para que al verte

llegar lenta y apagada,
para que al oír pausada
tu voz que silencios vierte,
para que al tocar la nada
que envuelve tu cuerpo yerto,
para que a tu olor desierto
pueda, sin sombra de sueño,
saber que de ti me adueño,
sentir que muero despierto.

Los personajes de Villaurrutia son recipientes de identidades incompletas, que buscan reencontrarse en el tiempo, para cambiar el cheque de su herencia psicológica; pero su conciencia creadora sólo percibe la sequedad del trámite, y el intenso deseo de realizar tal absurdo. Confunden la señal con el camino, rara vez tienen intuiciones de un más allá.

VI
La aguja del instantero

recorrerá su cuadrante,
todo cabrá en un instante
del espacio verdadero
que, ancho, profundo y señero,
será elástico a tu paso
de modo que el tiempo cierto
prolongará nuestro abrazo
y será posible, acaso,
vivir después de haber muerto.

Por lo tanto el erotismo queda perfectamente delineado y estéril, en lo sensible; difuso y prolífico en lo simbólico.

VII
En el roce, en el contacto,

en la inefable delicia
de la suprema caricia
que desemboca en el acto,
hay un misterioso pacto
del espasmo delirante
en que un cielo alucinante
y un infierno de agonía
se funden cuando eres mía
y soy tuyo en un instante.

VIII
¡Hasta en la ausencia estás viva!

Porque te encuentro en el hueco
de una forma y en el eco
de una nota fugitiva;
porque en mi propia saliva
fundes tu sabor sombrío,
y a cambio de lo que es mío
me dejas sólo el temor
de hallar hasta en el sabor
la presencia del vacío.

Este hombre, que fue figura central del grupo sin grupo, como él llamaba a Los Contemporáneos, ejerció su intensa dedicación literaria principalmente a través de revistas culturales y la dramaturgia. La cultura era su forma de vida. Los contemporáneos lograron ampararse en Secretarías de Estado, como servidores públicos de rango menor o algún trabajo similar, que les permitían el tiempo, el medio, los recursos y los contactos para llevar a cabo su quehacer cultural. Fueron una reunión de soledades que coincidían en algunos cafés del centro de la Ciudad de México, desarrollando con el tiempo de los encuentros recurrentes, estrechos lazos de amistad e identificación a través de la literatura y el arte. Todavía de vez en cuando surgen reencarnaciones de este grupo en los Sanborn’s u otras cafeterías locales del país. ¿Qué contemporáneos no?

Fue a través del periodismo cultural como Villaurrutia desarrolló una considerable labor en crítica de arte, promoviendo propuestas alternativas, en ese entonces, a las corrientes predominantes en el establishment de la época. Deliberadamente evito mencionar nombres, autores, títulos y fechas, porque el tema ya ha sido objeto de muchos estudios fácilmente disponibles a los interesados.

¿Cómo asimilar la obra de este crítico libidinoso – apodo otorgado por Jorge Cuesta, según la biografía novelada que le hizo Pedro Angel Palou – a la realidad que vivimos actualmente los mexicanos? El fantasma del poeta continúa merodeando los insomnios a medianoche, en las transmisiones televisivas fritas y refritas de películas de la época de oro del cine nacional; en las alcobas no sólo de México, sino del mundo entero. Ahí encontrarán su nombre de vez en cuando entre los créditos del equipo de guionistas. ¿Qué pensará el escritor observando nuestras escenas íntimas desde el interior del televisor?

IX
Si te llevo en mí prendida
y te acaricio y escondo;
si te alimento en el fondo
de mi más secreta herida;
si mi muerte te da vida
y goce mi frenesí
¿qué será, Muerte, de ti
cuando al salir yo del mundo,
deshecho el nudo profundo,
tengas que salir de mí?

Seguramente Xavier se desconcertaría de encontrarse con un México, donde el macho es una especie en peligro de extinción y la última película sobre Zapata es protagonizada por Alejandro Fernández. Un México donde los razonamientos de la clase media se han tornado hacia el cinismo y los discursos del New Age. Y en el que la muerte, su tan querida muerte insómne, ahora roba bombillas eléctricas para fumar kristal. Yo también siento nostalgia de la muerte, de aquella muerte villaurrutiana de hace un siglo.

X
En vano amenazas, Muerte,
cerrar la boca a mi herida
y poner fin a mi vida
con una palabra inerte.
¡Qué puedo pensar al verte,
si en mi angustia verdadera
tuve que violar la espera;
si en la vista de tu tardanza
para llenar mi esperanza
no hay hora en que yo no muera!


Bibliografía:
PAZ, Octavio. Xavier Villaurrutia en persona y en obra. México: Fondo de Cultura Económica 1978.
VILLAURRUTIA, Xavier. Obras. México, FCE, 1974. Letras Mexicanas.
PALOU, Pedro Angel. En la alcoba de un mundo. Una vida de Xavier Villaurrutia. México, Editorial Debates, 2003.
CAREAGA, Gabriel, Mitos y fantasías de la clase media en México, México, Cal y Arena, 2000.

sábado, noviembre 06, 2004

Caperucita negra va al mercado:
el Lobo Feroz conduce el carrito
y una bruja la lleva de la mano.

viernes, noviembre 05, 2004

Cara roja, por Lisa Benjamenta